Las recientes órdenes ejecutivas de Trump que eliminan las barreras regulatorias para el desarrollo de la IA no solo tienen que ver con la competencia global, sino con dar rienda suelta a la innovación estadounidense que ha estado atrapada en marcos de cumplimiento de décadas de antigüedad.
El enfoque de la Cumbre de Acción sobre la IA en eliminar las barreras que impiden a las empresas estadounidenses «innovar verdaderamente y liderar a nivel mundial» aborda directamente un problema que conocemos bien: Las regulaciones anticuadas están matando a las nuevas empresas, mientras que los jugadores arraigados prosperan.
La Ley de Informes Crediticios Justos, promulgada en la década de 1970, se diseñó para resolver problemas reales: informes inexactos, falta de transparencia y protección del consumidor por parte de las agencias de crédito.
Pero cincuenta años después, ha creado algo peor:un entorno en el que solo los jugadores tradicionales con ejércitos de cumplimiento pueden prosperar.
Considera la ambigüedad: ¿qué constituye un «informe de consumo» cuando la IA analiza los datos de las redes sociales públicas? ¿Pueden funcionar las soluciones de detección innovadoras sin establecer requisitos onerosos de acción adversa que obliguen a los empleadores a evitar por completo la verificación de antecedentes?
No son preguntas teóricas. La incertidumbre regulatoria está obligando a la innovación al extranjero mientras que las nuevas empresas estadounidenses gastan dinero en honorarios legales en lugar de en I+D.
Aquí es donde la narrativa de los medios se rompe por completo.
Si entrenaras a la IA con 10 000 diagnosticadores expertos para que te ayudaran a identificar afecciones médicas difíciles, ¿no te diría el sentido común que ese sistema superaría a tu médico de cabecera, que te consulta dos veces al año?
La IA entrenada en patrones de comportamiento objetivos a partir de miles de resultados laborales exitosos será inevitablemente más consistente y justa que la de los gerentes de contratación individuales que actúan según el instinto, las preferencias personales y los prejuicios inconscientes.
Sin embargo, estamos viendo demandas como el caso Workday que consideran que la evaluación de currículums con IA es intrínsecamente más sesgada que el juicio humano:una posición que desafía tanto la lógica como la evidencia.
Cuando caigan las barreras regulatorias, la IA finalmente podrá cumplir la promesa original de la FCRA mejor que los procesos burocráticos:
El sistema actual no protege a nadie excepto a los jugadores titulares y a los abogados de cumplimiento.
Las empresas estadounidenses de inteligencia artificial están listas para liderar, si se nos permite competir.
La tecnología de detección moderna puede identificar la alineación de valores genuinos y la idoneidad profesional, al tiempo que elimina los prejuicios humanos. Pero solo si podemos construir sin las restricciones regulatorias de la década de 1970 diseñadas para las agencias de crédito, no para la innovación basada en la IA.
La cuestión no es si la IA transformará la contratación, sino si se permitirá a las empresas estadounidenses liderar esa transformación.